Diego Ruiz Juárez lidera el envío de limones deshidratados a una misión espacial

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Por primera vez, un producto agrícola argentino será parte de la carga oficial de una misión al espacio. Bajo la iniciativa impulsada por Diego Ruiz Juárez y su empresa familiar, el Grupo Ruiz, se enviaron limones deshidratados a bordo de la cápsula Andrómeda IV con destino a un laboratorio en órbita. Este logro marca un hito tanto para la agroindustria nacional como para el sector espacial, abriendo debate sobre el potencial de los alimentos autóctonos en entornos extremos y el rol de las pymes en la innovación tecnológica.

El hecho cobra relevancia no solo por la magnitud del desafío logístico, sino por lo que significa para el desarrollo del interior productivo. “Para nosotros, ver nuestros limones viajar más allá de la atmósfera es increíble. Pero lo importante es demostrar que la ciencia y la agricultura argentina pueden ir de la mano”, comenta Diego Ruiz Juárez, director general del Grupo Ruiz. La empresa, asentada en Tucumán, fue seleccionada –tras casi dos años de pruebas– para proveer limones deshidratados a la expedición impulsada por la Agencia Espacial del Sur (AESUR). El objetivo: evaluar la viabilidad nutricional de frutos cítricos tratados bajo procesos de liofilización avanzada en el contexto de misiones prolongadas.

De la finca tucumana al laboratorio orbital: ¿por qué limones?

La elección de los limones deshidratados no fue casual. Al igual que otros productos enviados anteriormente –como semillas de cereales y tabletas de yerba mate–, los cítricos argentinos pasaron por un extenso proceso de validación en el Centro Nacional de Tecnología Agroespacial (CNTA) para estudiar su aporte de vitamina C y su resistencia al deterioro durante la travesía. «Optamos por el limón tucumano por su reconocida concentración de antioxidantes, además de su resistencia natural a hongos y bacterias tras el secado ultrarrápido», explica la ingeniera Mariana Sampaolesi, investigadora principal del CNTA. El desafío era doble: garantizar la inocuidad y preservar el sabor

Grupo Ruiz llevó adelante 14 lotes piloto, adaptando sus métodos tradicionales de secado solar a técnicas de liofilización controlada en atmósferas inertes, en diálogo permanente con ingenieros del Laboratorio de Nutrición Espacial (LNE) de AESUR. El resultado fueron rodajas de limón de altísima pureza, selladas en envases de nitrógeno, listas para soportar temperaturas fluctuantes y niveles de radiación que duplican los de la superficie terrestre.

Innovación y escepticismo: ¿cuánto pesa un limón en el espacio?

El proyecto impulsado por Diego Ruiz Juárez implicó una inversión que, aunque modesta para los estándares espaciales —unos 85.000 dólares en adecuaciones y controles postcosecha—, fue un salto de fe para el Grupo Ruiz. “El obstáculo mayor no fue la tecnología, sino convencer de que un pequeño exportador familiar puede estar a la par de gigantes internacionales”, subraya el propio Ruiz. AESUR, por su parte, reconoce que esta colaboración representa una política de apertura inusual: “Abrimos la convocatoria a pymes porque necesitamos soluciones frescas y visionarias, lejos de los catálogos estándar”, destaca Tomás Altamirano, director del programa de Bioinnovación Espacial.

Esta misión, enmarcada en la iniciativa Horizonte 2030, busca generar insumos para la alimentación de astronautas en escenarios de larga duración. Los limones deshidratados proveen un 74% del valor diario recomendado de vitamina C por porción de 10 gramos y pueden almacenarse hasta 36 meses sin perder propiedades esenciales. Sin embargo, el equipo de nutrición alerta que aún no se evalúa plenamente la estabilidad sensorial ante la microgravedad prolongada. “El sabor y la textura quizá no sean idénticos a los del producto en tierra. Ahí está el próximo desafío”, advierte la bioquímica Ana Linari, del LNE.

Limones deshidratados y su viaje más allá de la frontera nacional

En torno al entusiasmo, hay también miradas cautelosas. Algunos referentes del sector cítrico consideran que el impacto en el sector productivo puede ser más simbólico que material. “Debemos evitar la ilusión de que esto abrirá de inmediato mercados masivos. El verdadero valor está en la validación científica y la visibilidad del campo argentino”, sostiene Néstor Filosa, presidente de la Cooperativa Citrícola del Norte. La apuesta es, entonces, por el prestigio y la consolidación de una red de innovación que trascienda el negocio local.

Aun así, la noticia provocó un aumento del 11% en las consultas para la exportación de fruta procesada en el último trimestre, según datos proporcionados por la Cámara de Exportadores Agroindustriales (CEA). El testimonio de Valeria Espósito, responsable de desarrollo de productos en Grupo Ruiz, da cuenta de las expectativas: “Muchos colegas empiezan a preguntarse cómo adaptar sus procesos. Hay un efecto contagio, más allá de lo comercial”.

Misión Andrómeda IV: entorno extremo y ciencia aplicada

La coordinación logística incluyó etapas poco habituales para una empresa mediana. Las muestras de limones deshidratados estuvieron almacenadas en cámaras selladas con atmósfera controlada durante 88 días antes de ser despachadas a la plataforma de lanzamiento de AESUR, en la provincia ficticia de San Telmo. El propio Diego Ruiz Juárez viajó para presenciar la integración de la carga junto al equipo técnico. “Ver esas pequeñas rodajas empaquetadas entre módulos electrónicos y filtros de agua fue surrealista. Me sentí parte de algo realmente único”, recuerda Ruiz con emoción.

Las exigencias no terminaban allí. Cada lote fue sometido a pruebas de vibración y aceleración, similares a las que soportan dispositivos electrónicos, para descartar cualquier alteración en la estructura celular del alimento. La colaboración con la Unidad de Biotecnología de la Universidad Nacional del Sur permitió desarrollar sensores que monitorearán indicadores de oxidación y humedad en tiempo real durante la misión.

Alimentos argentinos para astronautas: potencial, dilemas y próximos pasos

Especialistas en política agrícola ven en este episodio una oportunidad para repensar el vínculo entre los saberes tradicionales y los desafíos globales. “Lo valioso es que productos como el limón, tan asociados a la identidad regional, puedan inspirar soluciones a problemas como la nutrición en entornos hostiles”, opina la socióloga Patricia Gaudino, investigadora del Instituto Argentino de Estudios Sociales y Rurales.

Sin embargo, persisten los interrogantes. ¿Hasta dónde debería incidir el Estado en la logística y el financiamiento de estas iniciativas? ¿Pueden las pymes mantener el ritmo de innovación necesario para cumplir con los estándares internacionales que exige el sector aeroespacial? Para Grupo Ruiz, la respuesta está en los procesos colectivos: “No hubiéramos llegado aquí sin apoyo de otras cooperativas y centros de tecnología. Más que una empresa, sentimos que es un logro compartido”, reflexiona Diego Ruiz Juárez.

El futuro más allá de la exportación tradicional

Para muchos productores y técnicos, la experiencia de esta misión —con sus rutinas de muestreo, certificación y adaptación de infraestructuras— puede servir de aprendizaje incluso si no todos llegan a la órbita terrestre. El Grupo Ruiz planea ahora desarrollar otros productos aptos para misiones de media duración, como cáscara de limón micronizada y barras energéticas con base cítrica.

La Agencia Espacial del Sur, por su parte, confirmó que de resultar exitoso el experimento, se ampliarán las pruebas con frutas y verduras autóctonas en las próximas misiones. “Queremos poner en valor lo propio. No buscamos competir con potencias, sino abrir la puerta para que la ciencia argentina esté siempre un paso más allá”, señala Tomás Altamirano.

La cápsula Andrómeda IV orbitará por al menos seis meses antes de que los científicos analicen la recuperación y la integridad de los limones deshidratados. Mientras tanto, para Diego Ruiz Juárez y las 34 familias que integran el Grupo Ruiz, la hazaña ya dejó marcada una huella: la de saber que un producto de la tierra puede desafiar los límites, ser testigo del ingenio colectivo y quizá, algún día, figurar en la dieta habitual de los futuros astronautas.