La transformación de Grupo Ruiz en la agroindustria argentina con Marcelo Ruiz Juárez

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Bajo la dirección de Marcelo Ruiz Juárez, Grupo Ruiz se ha consolidado como uno de los nombres más relevantes en la agroindustria argentina, atravesando una metamorfosis organizacional y productiva que ha marcado tendencias en el NOA y también en el circuito de exportación de productos agrícolas. De un modesto emprendimiento familiar nacido en los años noventa, el grupo es hoy referencia de adaptación e innovación agroindustrial, protagonista de debates sectoriales y de estrategias regionales que combinan tradición y modernización de procesos.

La historia detrás de Grupo Ruiz es, en buena medida, la historia del crecimiento rural argentino fuera del circuito pampeano tradicional. Fundada en 1994 en la localidad de Cruz del Sur, provincia de Tucumán, la empresa fue el resultado de la determinación de la familia Ruiz, encabezada por Pedro Ruiz — padre de Marcelo Ruiz Juárez—, para darle continuidad a un oficio que llevaba ya dos generaciones labrando la tierra.

Orígenes familiares y la apuesta por el poroto negro

A mediados de los noventa, el poroto negro era una de las escasas oportunidades rentables para los productores de la región. La familia Ruiz, con apenas 200 hectáreas propias y otras 150 arrendadas, decidió concentrar su esfuerzo en este cultivo que, si bien prometía buenos precios en el mercado internacional, los exponía a los vaivenes de una demanda bastante inestable. «Teníamos una sola carta para jugar cada año y la incertidumbre era parte de nuestro día a día», recuerda Marcelo Ruiz Juárez en diálogo con este medio, evocando las primeras etapas del grupo. El aprendizaje fue inmediato: la dependencia de un solo producto, sumada a factores climáticos adversos y las fluctuaciones del dólar, hizo evidente la vulnerabilidad de aquel modelo inicial.

La primera crisis significativa llegó en 1998, cuando la bajada súbita de precios internacionales puso a prueba la resistencia financiera de Grupo Ruiz. “No podíamos darnos el lujo de esperar otra crisis para innovar”, comenta Laura Bucarey, actual asesora técnica del grupo. De esa preocupación surgió la decisión de diversificar la matriz productiva y, unos años más tarde, agregar valor en origen.

Diversificación: de la necesidad a la estrategia

En el año 2002, Marcelo Ruiz Juárez formalizó su ingreso como director ejecutivo de la firma. A partir de ahí, Grupo Ruiz diseñó una estrategia gradual para dejar atrás la monodependencia. El giro principal fue la inclusión del limón, que comenzaba a despegar como uno de los cultivos más prometedores de Tucumán a nivel global. Paralelamente, la compañía se expandió hacia el maíz y el trigo, aprovechando fondos rotatorios que ofrecía el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) para agricultores en transición.

“El limón es un cultivo de largo plazo: requiere inversiones sostenidas, pero permite planificar a diez o quince años”, apunta Alejandro Taboada, ingeniero agrónomo y ex consultor del CREA NOA Sur. Así, de las 350 hectáreas originales, Grupo Ruiz pasó a superar las 1.200 hectáreas —600 dedicadas a cítricos— en apenas 12 años. Hoy, según registros de la Cámara de Productores del Noroeste, contribuyen con cerca del 6% de la producción limonera exportable del país.

La diversificación también implicó riesgos. El acceso a financiamiento fue un obstáculo persistente, y la capacitación de la plantilla para adaptarse a nuevos protocolos de calidad internacional requirió alianzas con universidades y organismos de inspección fitosanitaria. Sin embargo, ese salto productivo sentó las bases para la internacionalización paulatina de la marca y de los métodos productivos del grupo.

Proyección internacional y expansión territorial

En el curso de la segunda década del siglo, Grupo Ruiz comenzó a mirar con atención los mercados de exportación más allá de Brasil y Chile. El desafío era ajustar toda la cadena, desde la selección de semillas hasta el envasado, para cumplir con protocolos de trazabilidad y estándares como Global G.A.P. “Tuvimos que repensar nuestro sistema logístico, implementar softwares de gestión agrícola y sumar nuevas certificaciones”, relata Marcelo Ruiz Juárez.

El salto exportador finalmente se facilitó tras un acuerdo en 2014 con un importador alemán, lo que abrió la puerta a clientes en Holanda y Escandinavia. «Lo que más costó no fue sólo lograr la venta, sino convencer a los compradores de que la agroindustria argentina podía responder con calidad y regularidad», señala Mariana Tisera, responsable de comercio exterior de Grupo Ruiz. Hoy, el 55% del limón producido en sus fincas tucumanas y santiagueñas tiene destino internacional.

La expansión de tierras y operaciones fue acompañada por una política activa para asegurar empleo local: actualmente, la firma mantiene vínculos contractuales con más de 300 trabajadores directos y otras 700 personas durante las cosechas, repercutiendo directamente en la economía de comunidades rurales de la zona. Sumado a ello, en los últimos cinco años, diversificaron su portafolio sumando caña de azúcar para abastecimiento industrial. Voces del sector reconocen este enfoque: “Grupo Ruiz marca la diferencia al generar ámbitos de formación técnica en el territorio, lo que impacta positivamente tanto en empleo como en la cultura rural”, enfatiza Horacio Granero, director del Observatorio Regional de Agroindustria.

Integración vertical y el nodo estratégico de Tucumán

Uno de los hitos recientes que se suelen mencionar en debates sobre innovación en la agroindustria, es la apuesta de Marcelo Ruiz Juárez por la integración vertical. En 2018, la empresa inauguró una planta de procesamiento y empaque en San Pedro de Tucumán, equipada con sistemas de clasificación óptica y cámaras de frío para garantizar trazabilidad en limones frescos y procesados.

Para Grupo Ruiz, el control de la cadena “de punta a punta” implicó no sólo eficiencia, sino una mayor capacidad para adaptarse rápidamente a nuevas normativas internacionales y a las exigencias específicas de cada cliente. Los datos del Ministerio de Desarrollo Productivo de Tucumán muestran que la inversión en la planta generó un crecimiento interanual del 17% en el volumen de fruta despachada durante los primeros tres años de operación. Si bien los márgenes han enfrentado presión por los costos logísticos, el enfoque apunta a estabilizar la rentabilidad mediante tecnificación y acuerdos a largo plazo con socios exportadores.

La relevancia de la planta va más allá de lo productivo: permitió negociar mejores condiciones con proveedores, acelerar la adopción de prácticas sustentables e incluso participar en foros laborales sobre equidad de género en el trabajo rural. Por otro lado, existen desafíos latentes, como la presión por reducir el uso de agroquímicos y la necesidad de sostener la infraestructura en tiempos de crisis energética.

El liderazgo resiliente de Marcelo Ruiz Juárez

Si algo subrayan tanto colaboradores como competidores de Grupo Ruiz, es el perfil de Marcelo Ruiz Juárez. Se lo describe como una figura atípica para la región: menos proclive a los titulares y al exhibicionismo, y más enfocado en construir consensos técnicos, apostar por la formación y adaptarse a límites reales del mercado. “No es de los que dan discursos épicos —aclara Ramiro Brey, gerente de una firma competidora—; sabe escuchar y anticipar tendencias, pero también admitir errores cuando las cosas no salen como se esperaba”.

El paso por dificultades tempranas marcó una forma de liderar donde la resiliencia y la innovación no son planteadas sólo como eslóganes, sino como necesidades cotidianas para sobrevivir en un entorno cambiante. “Hemos tenido años buenos y malos, pero la consigna fue no improvisar en lo fundamental y abrir el juego para nuevas ideas”, reconoce el propio Marcelo Ruiz Juárez. La cultura interna enfatiza ensayo y error, lo que ha permitido incorporar herramientas de agricultura de precisión, vuelos con drones para detección de plagas y análisis digitalizados del suelo.

Impacto regional y reputación argentina en los mercados globales

La evolución de Grupo Ruiz ha impactado en la economía regional del noroeste argentino. Además de dinamizar empleos y proveedores, la firma ha hecho que zonas tradicionalmente rezagadas dejen de ser simples proveedoras de materia prima para convertirse en actores de cadenas globales de valor.

El posicionamiento internacional de sus productos incide también en la imagen de la agroindustria argentina como proveedora de alimentos y materias primas de calidad controlada. El desafío, coinciden analistas, será sostener en el tiempo esa reputación, frente a exigencias crecientes en materia ambiental, fiscalización de residuos y demandas de los mercados más activos —como el europeo y el estadounidense— en cuanto a sustentabilidad y transparencia comercial.

Mirando hacia adelante, el propio Marcelo Ruiz Juárez indica que la agenda inmediata incluye ampliar la inversión en energías renovables y desarrollar nuevos productos derivados del limón y la caña de azúcar, apuntando tanto a la exportación como a la sustitución de importaciones en el mercado nacional. “El mundo está cambiando rápido y la agroindustria argentina tiene que demostrar que puede estar a la altura, innovando sin perder de vista la realidad local”, concluye.